search
top

Lo que hay que tener. Elegidos para la gloria. Tom Wolfe

Ahora que estamos celebrando el cuarenta aniversario de que un hombre, el ruso Yuri Gagarin, viajara por primera vez por el espacio, no es mala idea retomar las páginas que Tom Wolfe dedicó a los inicios de la gesta espacial, esta vez contemplada desde el lado estadounidense.

Lo que Wolfe nos narra en “Lo que hay que tener” (título que se refiere a esa mezcla de temeridad, sangre fría, destreza, fortuna y algún otro componente más que necesita un buen piloto de pruebas) es la génesis, desarrollo y cumplimiento del proyecto Mercury, el proyecto que lanzó la NASA para intentar no quedarse aún más atrás y colocar también ellos un hombre en el espacio, primero, y un hombre en órbita, después. El relato se inicia antes del lanzamiento propiamente dicho del proyecto, presentándonos el autor el ambiente y el estilo de vida de los pilotos de pruebas militares entre los que se elegirían a los primeros astronautas y acaba con la segunda promoción de astronautas, los que se marcaron como objetivo llegar a la luna antes que los soviéticos y entre los que aparece un joven y entonces desconocido Neil Armstrong.

Pero Wolfe no se limita a explicarnos una historia de astronautas, de desafíos y retos alcanzados, sino que aprovecha para poner ante nuestros ojos un interesante fresco de la sociedad norteamericana de la época. Así, vamos a ver el nacimiento de un nuevo tipo, el astronauta, inicialmente rechazado por sus pares debido al escaso control de pilotaje real para luego ser idolatrado por absolutamente todo el mundo, desde las masas al presidente de los Estados Unidos. También observaremos los miedos de una época, la de la guerra fría, y la sensación que se producía en Norteamérica cada vez que la Unión Soviética daba un paso adelante en la carrera espacial (podías imaginar un Vostok ruso sobrevolando América y dejando caer una bomba atómica ante la impotencia estadounidense). Veremos nacer algo que ha llegado a su clímax en nuestros días, como es la explotación y exposición mediática de la vida de una serie de personas seleccionadas, en este caso los astronautas y sus familias, que firmaron un suculento contrato de exclusiva con Life y que pasaron a formar parte de la vida cotidiana del norteamericano medio.

No vamos a descubrir aquí el talento narrativo de Tom Wolfe; de arranque algo lento, el libro despega y mantiene un ritmo e interés que ya no decaerán hasta la conclusión del mismo. Su estilo, encuadrado dentro de lo que se llamó el Nuevo Periodismo, combina documentación exhaustiva con un tono narrativo de ficción que nos acerca a las vivencias de los protagonistas del relato. Aquí está su fuerza, al hacernos los hechos mucho más cercanos que cuando nos limitamos a leer el “qué, cómo, cuándo, dónde y porqué”, pero también está su debilidad. Y es que si Wolfe consigue que tengamos la impresión de ser espectadores privilegiados, en primera fila, de los albores de la carrera espacial, sus frecuentes alusiones a estados de ánimo, pensamientos, opiniones íntimas, acaban por hacernos dudar de la completa fiabilidad de lo que nos está explicando. Descubrimos entonces que estamos asistiendo al espectáculo en primera fila, sí, pero que vemos a través de unos ojos, los del escritor, que no son neutrales, que tienen un marcado sesgo. Lo que ganamos en cercanía lo perdemos en objetividad. ¿Y cuál es el sesgo de Wolfe? Me atrevería a decir que la firme creencia en la imposibilidad de que, en pleno siglo XX, puedan existir personas que actúen sencillamente por sentido del deber o por otros principios trascendentes. La carrera espacial lo tiene todo para poder ser definida como una epopeya, pero Wolfe insiste en pintarnos la escena con tonos marcados por la ambición, el egoísmo y la competitividad poco escrupulosa. Pero a pesar de todo, la aventura de los primeros hombres cabalgando un cohete por el espacio es tan potente que la épica del relato no puede borrarse por completo.

A falta de hitos reseñables de la astronáutica actual, pronostico un rosario de celebraciones  siguiendo las diferentes etapas de la carrera espacial durante los años 60. Este libro es una buena manera de celebrarlo enriqueciéndonos un poquito más.

Indicado para amantes de la épica espacial y del Nuevo Periodismo de Wolfe, Capote Mailer.

Lo que hay que tener. Elegidos para la gloria. Tom Wolfe. Traducción J.M. Alvarez Flórez y Angela Pérez. Editorial Anagrama, 360 págs.

top