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¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Philip K. Dick.

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es el libro de ciencia ficción escrito por Philip K. Dick que dio lugar a la célebre película Blade Runner. Aunque la película bebe del argumento del libro, no se trata de dos historias exactamente iguales: algunos personajes y el desarrollo de la trama van separando la narración escrita de la cinematográfica. Así que aquellos que se entusiasmaron con una de ellas, pueden leer o ver la otra, la historia es similar, pero las diferencias son también notables, especialmente en el desenlace.

El libro de Dick está magníficamente narrado, avanzando en varias líneas en paralelo que confluyen finalmente. Los personajes están bien definidos, la ambientación, opresiva, como conviene a toda historia que se precie, está muy bien conseguida, así como la combinación entre reflexión y acción que siempre mantiene el ritmo.

Las cuestiones de fondo que plantea el autor no han dejado de ganar actualidad desde la publicación del mismo, a finales de los años 60: la naturaleza humana, nuestra relación con la naturaleza y con la tecnología, qué es lo que nos hace humanos, en qué consiste la felicidad, los límites de nuestra capacidad creativa, nuestro derecho a acabar con la vida de otros seres, la duda ante una vida y una realidad que no sabemos si es auténtica o impuesta desde fuera, desde un poder que no tiene remilgos a la hora de engañarnos con una realidad ficticia. A diferencia de la película, la visión final del libro es mucho menos esperanzadora, sin dejar abierta una puerta a romper el mundo irreal en el que se encuentran atrapados los protagonistas. Esta visión, esencialmente pesimista, junto a la presentación de los seres humanos atrapados en una dinámica de violencia, sexo, y necesidades banales, eso sí, corregidas por una sofisticada droga que permite adecuar el estado de ánimo a los deseos de cada momento, junto con la aparición de una extraña religiosidad inmanente, convierte a esta interesante y bien escrita obra en un artefacto que ahonda en la desesperación sin abrir ningún camino a la esperanza.

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Philip K. Dick. Minotauro. 272 páginas.

Europa y la Fe. Hilaire Belloc

La lectura de Europa y la Fe, de Hilaire Belloc, no deja indiferente. Belloc escribe con pasión y con intención, y si algo se le puede echar en cara es que quiere decir demasiadas cosas en poco espacio. El tema le arrebata y sentimos que Belloc podría estar hablándonos durante horas y horas. Pero debe ceñirse a la longitud de un breve ensayo y quizás el tener que avanzar aceleradamente, el verse obligado a dar por supuestos muchos aspectos y a omitir otros en favor de lo que él considera más esencial, hacen que este libro requiera un esfuerzo especial de atención y que en ocasiones nos deje con la sensación de que hemos dejado atrás algo importante.

Pero a pesar de esto, Belloc sale airoso de su reto, que no es otro que mostrarnos que, en su feliz formula, Europa es la Fe y la Fe es Europa. Arriesgada afirmación, malentendida por muchos, pero que Belloc argumenta con brillantez y con una erudición fuera de lo normal. Se trata de entender lo que representó el Imperio Romano y cómo la Iglesia no fue la causa de su decadencia, sino la institución que recogió lo que de valioso tenía y le dio una nueva vida, alargando su legado y creando una civilización, la europea, que es su continuación.

Especialmente brillante es el modo en que desmonta las opiniones, extendidas en su tiempo, sobre la importancia de la aportación germánica, que Belloc demuestra que es sumamente marginal. Asimismo sale airoso de su demostración de que el Imperio Romano nunca cesó de existir, ni aún menos fue invadido, sino que sencillamente se transformó casi imperceptiblemente en otra cosa. Por último, su visión de la Reforma como un ataque de los bárbaros y de los poderosos contra el legado clásico y cristiano está cargada de enormes consecuencias. No sabemos si Europa podrá sanar, pero si lo hace será por los caminos que Belloc apunta.

Europa y la Fe. Hilaire Belloc. El Buey Mudo

El Gran Gatsby. Francis Scott Fitzgerald.

Probablemente muchos asociarán El Gran Gatsby con la película, protagonizada en su día por Robert Redford, o con el reciente remake con Leonardo Di Caprio, basada en esta novela de Francis Scott Fitzgerald. Sin entrar aquí en el terreno de la crítica cinematográfica, creo sinceramente que quienes no han leído el libro se han perdido una gran obra.

El Gran Gatsby narra una red de relaciones tejida en torno a Jay Gatsby, un misterioso y fascinante millonario, y a Daisy, una atractiva, rica y frívola mujer. La acción sucede entre Long Island y Nueva York en los felices años Veinte y toda ella es un reflejo de la alta sociedad de la época. Las fiestas, el adulterio, la frivolidad, la incapacidad para el compromiso, la imposibilidad de detener el paso del tiempo, el arribismo, la deslealtad, el juego sucio y la mentira, eso sí, en envoltorio de lujo, son las piezas que dan forma a esta espléndida novela, retrato de un tiempo y de un lugar pero al mismo tiempo de alcance universal.

Scott Fitzgerald no escribió una novela especialmente moralizadora, pero su finura a la hora de retratar los tipos y situaciones en toda su crudeza dotan a esta novela de una poderosa carga moral (¿hay algo más moral que exponer la verdad?).

La escritura, elegante y comedida, junto a una trama muy bien planteada y un ritmo perfecto, hacen de El Gran Gatsby una grandísima novela.

El Gran Gatsby. Francis Scott Fitzgerald. Sexto Piso. 168 páginas

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