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El secreto del relojero. Tonke Dragt

Tonke Dragt es una de las voces más importantes y premiadas en el mundo de la literatura infantil y juvenil actual, con obras de indudable mérito en su haber. En esta ocasión Siruela nos brinda una obra menor, un divertimento en torno al concepto de tiempo, titulado El secreto del relojero. La obra destaca en primer lugar por algo que ya viene siendo una constante en el tándem Dragt-Siruela: estamos ante un libro bello, editado con cuidado en cada uno de sus detalles, rico en ilustraciones que tienen interés en sí mismas y que no sólo acompañan, sino que complementan la narración.

En lo que se refiere al ritmo de la narración y a la calidad de la misma no sorprenderemos a nadie si decimos que está plenamente conseguida. A Tonke Dragt le sobra oficio para construir un relato que atrape al lector y lo hace desde una construcción impecable y para nada trivial. En tiempos en que parece que para interesar al lector uno debe abocarse a un festín de diálogos, interjecciones y onomatopeyas, se agradece que aún existan escritores que apuestan por un lenguaje cuidado.

El tema abordado, el del tiempo y, más en concreto, la posibilidad de viajar a través del tiempo y las consecuencias que el uso de esa máquina del tiempo pueden producir, no es nuevo. Dragt es, y así lo puede observar con cierta facilidad cualquier lector avezado, deudora de la abundante literatura acerca de las máquinas del tiempo. Uno, que no es un lector novel, no puede dejar de adivinar influencias numerosas, que aquí son utilizadas por la autora, algo que no nos parece recriminable, al contrario. Desde el obvio H. G. Wells a incluso las películas Regreso al futuro, pasando por Verne, Tonke Dragt retoma un tema clásico para esta obrita de género que, por otra parte presenta como dos manuscritos encontrados, en parte coincidentes, en parte contradictorios.

Estamos pues ante una obra interesante y formalmente bien montada, que no obstante adolece de un par de defectos, de mayor o menor importancia. En primer lugar, la obra no aporta nada nuevo al género. Defecto menor, pues no se trata de revolucionar la historia de la literatura con cada obrita que aparece y el uso de situaciones y argumentos provenientes de otras obras no sólo es legítimo, sino que incluso puede ser una virtud. Ahora bien, uno hubiera agradecido algún giro inesperado, una aportación personal que sumar al género de la literatura de viajes a través del tiempo. El segundo defecto es, a mi parecer, mayor: su final abierto. Es posible que yo sea un simple y no sepa apreciar la valentía de un final abierto, pero lo cierto es que siempre me han molestado y me han parecido la salida fácil, y a menudo deshonesta, de quien se ha metido en un embrollo argumental y no sabe por dónde salirse. Casi todas las veces que el autor me ha trasladado la responsabilidad de concluir el relato he sentido una desagradable sensación de estafa. Continúo pensando que Tonke Dragt es una gran escritora y el mismo libro lo confirma, pues se lee con agrado y, a pesar de todo, uno guarda un buen recuerdo del mismo después de su lectura, pero creo que hubiera sido deseable algo más de ambición para resolver un relato que la propia autora ha ido complicando, con gran acierto, pero para el que nos deja con la miel en los labios.

El secreto del relojero. Tonke Dragt. Siruela. 144 páginas

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