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Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo. Augusto Assía

Abundan últimamente los libros que recogen artículos periodísticos de un escritor o en torno a un tema. Hay de todo, aunque generalmente valen la pena: el cedazo del paso del tiempo es lo que más se acerca a la infalibilidad de entre nuestros limitados medios. Luego, de vez en cuando, uno se topa con auténticas joyas. El libro que recoge una selección de crónicas enviadas a La Vanguardia Española por Augusto Assía desde Londres durante la Segunda Guerra Mundial pertenece a esta última categoría.

Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo es varios libros a la vez: de hecho son dos, la primera parte es la crónica de la resistencia británica a la embestida alemana, la segunda el cambio de tornas, la ofensiva que llevaría al desenlace de la guerra. Pero me refiero a otra cosa. Assía nos brinda una crónica de la guerra, de la que seguimos su evolución, las batallas, los planes, las ofensivas, las victorias, las derrotas. Una narración muy útil pues pone de relieve, una vez más, que los sucesos no se vivieron tal y como se nos narran en los libros de historia, donde todo parece obedecer a un flujo continuo, sino que hubo un tiempo en que su desenlace era una incógnita, en el que el curso de la guerra podía haber ido por otros derroteros. Es esta frescura, este hablar del conflicto en presente, el que hace especialmente sugerente la lectura de este libro.

Pero hay más. Una crónica de la vida y costumbres británicas de primer orden, escrita con sabiduría y afecto, que es el único modo de penetrar a fondo en algo. Los artículos que se van intercalando acerca, por ejemplo, de los usos y costumbres relacionados con la muerte del speaker de la Cámara de los Comunes, son una delicia. Si alguien quiere sumergirse en la cultura  británica debe de acudir, inexorablemente, a esa magna obra que nos ha regalado Ignacio Peyró y que se titula Pompa y Circunstancia; si después de ello aún le quedan ganas, lo que no es tan raro, Augusto Assía no le defraudará. Un ejemplo: señala Assía un cartel pegado profusamente en las paredes en el que se puede leer: “Con tu coraje, con tu decisión, con tu cortesía, ganaremos la guerra“, a lo que comenta el autor que en la invocación a la cortesía “se revela precisamente el matiz británico“.

Encontramos también un retrato de las cuestiones del momento, porque aunque la guerra es, lógicamente, el gran asunto, la vida no se detuvo y los ingleses le dedicaron atención a otras cuestiones que iban a determinar su inmediato futuro, como por ejemplo el debate sobre el futuro de la educación, que aparece en varias ocasiones.

Por último, descubrimos a un pensador que, a sus lecturas, une su capacidad de observación, de marcado talante conservador, reacio a las fórmulas mágicas, a los atajos, que acaban siempre en tiranía y que Assía había podido observar en primera persona. No me resisto a reproducir unos párrafos que, como todo pensamiento verdadero, supera la barrera del tiempo y nos habla directamente a nosotros:

Sobre el igualitarismo: “Igualar, simplificar, odiar lo distinto ha sido la consigna de Europa durante los últimos 20 años, y a fe que ha logrado un bizarro igualitarismo: el de la muerte. La primera cosa que hizo la malhadada República española fue suprimir los títulos. Igualar: verbo cuyo futuro es asesinar. Por eso yo respeto tanto estos breves prefijos ingleses: «lord», «sir», «mister», compuertas contra la revolución”.

Sobre el buen gobierno: “No hay más que un modo de gobernar a los hombres con éxito, por lo menos desde que existe memoria histórica: es el de respetar sus costumbres, sus leyes y sus libertades”.

Sobre el remedio contra el comunismo: “El mejor modo de combatir el comunismo es entronizar de nuevo en Europa la justicia, la libertad y el orden, los tres enemigos capitales del comunismo. Donde la justicia, la libertad y el orden imperan, la hidra bolchevique no levanta cabeza. Es al socaire del desorden, la tiranía y la arbitrariedad donde el comunismo crece y se desarrolla, como sabemos bien los españoles”.

Un último comentario: nos han dicho tantas veces que durante el franquismo la censura era tan férrea, que no había espacio para disentir de lo que sostenían los gerifaltes del régimen, que casi nos lo hemos creído. La libertad con la que Assía se expresa, anglófilo de primera hora, en abierta contradicción con, pongamos, un Serrano Suñer, desde las páginas de La Vanguardia Española, nos devuelven a la sana realidad.

No quiero acabar esta reseña sin un reconocimiento a mi admirado Ignacio Peyró. Lean todo lo que escribe, lean todo lo que prologa, lean todo lo que traduce. No se arrepentirán.

Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo. Augusto Assía. Prólogo de Ignacio Peyró. Libros del Asteroide. 504 páginas

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