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La construcción del Estado. Hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI. Francis Fukuyama

Se dice que con la edad se mantienen las virtudes estables mientras que los vicios no hacen más que acrecentarse. Francis Fukuyama ya no es aquel joven pensador desconocido que asombró al mundo con su teoría del fin de la historia hace ya más de una década; cuenta ahora en su haber con varios libros publicados y su nombre se incluye en todas las listas de pensadores más influyentes. Y sin embargo… con La construcción del Estado viene a confirmar fatalmente el adagio con el que iniciábamos estas líneas.

Fukuyama conserva esa valiosa habilidad para plantear las cuestiones cruciales de cada época. Lo hizo cuando abordó el incierto futuro que se abría tras el derrumbamiento de la Unión Soviética, volvió a acertar cuando popularizó el concepto de capital social y estudió cómo las sociedades lo crean o destruyen. Y ahora lo ha vuelto a hacer: en un mundo de guerras preventivas y de invasiones la clave estará en lo que se pueda hacer el día después de la victoria. No hay duda de que Estados Unidos, a solas o con la colaboración de la mal llamada comunidad internacional (que realmente se limita a un conjunto de países occidentales aliados), va a vencer en las contiendas que desate; el problema va a ser cómo conseguir instalar en esos territorios Estados viables que impidan que los grupos terroristas campen a sus anchas.

He aquí el problema, el State-building o construcción de Estados, un ¿arte? ¿técnica? ¿imposible? que, si bien ya ha dado lugar a abundante literatura en el terreno de las ciencias políticas y de la administración, Fukuyama hace llegar al gran público. A la luz de estas consideraciones se comprenderá la afirmación de que el libro reseñado va a ser, sin duda, punto de referencia y motivo de abundantes citas y referencias.

Pero decíamos que, mientras las virtudes permanecen (y el hecho de hacerlo ya es todo un mérito), los vicios se acrecientan. Ya desde sus primeras obras nuestro autor ha arrostrado el sambenito de ser un pensador poco original, alguien bien informado que, sin ningún pudor para la copia, vulgarizaba los conceptos que otros habían forjado. Pues bien, el libro en su conjunto, pero de manera especial su segundo capítulo (que trata de las teorías organizativas en el ámbito empresarial y su posible traslación al terreno público), parece una demostración de lo acertado de dicha crítica. Sin ningún recato se van hilvanando asertos de diferentes, numerosísimos, pensadores: éste dice esto, aquel lo otro, el de más allá otra cosa… Por desgracia, a menudo se tiene la sensación de que no se avanza más, la conclusión final, la toma de partido por una u otra posición, el esclarecimiento por parte del autor, sencillamente no aparece. Con demasiada frecuencia a lo más que nos lleva el texto es a la constatación de la complejidad, insuperable, de la cuestión abordada.

Más valiosas son la primera y la tercera parte del libro. El capítulo inicial plantea la necesidad del Estado y discute acerca de su fuerza y alcance, proponiendo una serie de clasificaciones y diagramas que, con gran acierto pedagógico, nos ayudan a centrar el tema. Pero es en el último capítulo, cuando Fukuyama analiza la política a seguir por los Estados Unidos frente a los Estados fallidos, donde radica la otra gran virtud de esta obra. No rehuye aquí el autor la crudeza; con un lenguaje educado, no podía ser de otra manera, explica bien a las claras las alternativas reales que, en su voluntad y necesidad a un tiempo de dominar el mundo, se le abren a los Estados Unidos. Se agradece la claridad de la exposición; como diría el castizo, se le entiende todo, lo cual es de gran ayuda para comprender el panorama internacional. En definitiva, Fukuyama aún tiene olfato para detectar a su presa, aunque haya perdido fuelle a la hora de perseguirla.

La construcción del Estado. Hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI. Francis Fukuyama. Ediciones B. 204 páginas.

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