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El caballero de la resignación. Vintila Horia

No gustará esta novela a quienes piensen que en esta vida basta con ser “gente de bien”; tampoco a quienes crean que las dificultades insoslayables y hasta invencibles expulsan al hombre del escenario de la historia para colocarlo en la platea de los espectadores donde podrá deleitarse con sus lágrimas.

Tampoco agradará a quienes saben juzgar de los acontecimientos del pasado pero nunca se sienten implicados en la pregunta por el presente. Y, siendo una novela de aventuras, defraudará a los que estén acostumbrados a que éstas se resuelvan por el azar o con soluciones de chistera.

Vintila Horia nos narra la historia de Radu-Negru, príncipe de Valaquia y que recuerda a Esteban el Grande, considerado por los rumanos como el más grande personaje de su historia.

Pero eso no deja de ser una excusa para lo verdaderamente pretendido, que era ilustrar una frase de Kierkegaard: “El caballero de la resignación renuncia al logro completo y se inclina con toda humildad ante el poder eterno. Es su libertad”.

Valaquia está a punto de caer bajo el dominio del Imperio Otomano. A la muerte de su padre (que maldijo un día a Dios, como también el padre de Kierkegaard), Radu-Negru debe asumir la responsabilidad de su defensa.

Viaja a Venecia para solicitar ayuda y allí descubre un mundo de sensualidad y belleza pero también un modo extraño de entender la libertad y el alcance de las convicciones.

Los acuerdos de Venecia con el Imperio Otomano comprometen a toda la Cristiandad aunque otras miras, mucho más miopes o condicionadas, parecen condicionar la actitud de quienes deberían ser sus defensores.

Vintila Horia no tiene dificultades para ambientar perfectamente el siglo XVII y las batallas, intereses humanos, deseos así como los ambientes urbanos o del bosque en los que se desarrolla la acción.

Pero con el talento de los autores capaces de tener presente el espíritu humano en el suceder de los acontecimientos y la capacidad para descubrir que lo más profundo sucede siempre en el corazón del hombre, pone toda su potencia literaria a favor de algo más grande.

Radu-Negru es el príncipe que ha de renunciar a sus intereses inmediatos para asumir con resignación el destino de su pueblo.

Precisamente Horia señala como una decisión de ese alcance no se toma nunca por la sujeción al destino sino como afirmación de la libertad. Es más, muchas decisiones han de tomarse precisamente para defender esa libertad, que es uno de los dones más grandes que se han concedido al hombre.

Es esta una novela épica que admite muchas lecturas de hondo carácter existencial: desde el modo de afrontar la responsabilidad individual de cada uno hasta la necesidad de no sacrificar el interés individual al servicio del bien común cuando el momento histórico así lo requiere.

La resignación adquiere en esta novela una aureola positiva que no es la de los héroes griegos (sometidos a un destino inapelable) sino la de los hombre libres que se reconocen ante el Eterno.

EL CABALLERO DE LA RESIGNACIÓN. Vintila Horia. Ciudadela. 221 páginas

Publicado por David Amado

San Lorenzo y el Santo Grial. Janice Bennett

Las antiguas tradiciones tienden a confundirse con leyendas cuando quienes las reciben se han distanciado del espíritu de sus antepasados. De esa manera acaba por acusarse a quienes nos pretejieron de oscuros, crédulos e ignorantes. Y nos imaginamos que inventaron historias, que se transmitieron por fuentes que ahora catalogamos de poco fiables, como los trovadores, las canciones populares o las leyendas.

Sin embargo, conforme los estudios se vuelven rigurosos (muchas veces a fuerza de ensayo y error) y la tenacidad de algunos o el inmenso presupuesto de otros, que permite incluso algún trabajo serio, se descubre que lo narrado por lo que se consideraban fábulas de vieja o invenciones piadosas para momentos de desolación, tiene un trasfondo histórico y, en ocasiones, que éste es muy sólido.

Esto es lo que sucede con el Santo Grial, que se venera en la Catedral de Valencia y que, en España, no es justamente considerado. Cierto que hay algunos trabajos muy serios de autores nacionales y otros han dedicado un considerable empeño a darlo a conocer. Aún así hay que saludar este libro de Janice Bennett, que aúna investigación y divulgación y de nuevo vuelve nuestra atención sobre la Copa que Jesucristo utilizó en la Última Cena.

Lejos de las invenciones a las que son dadas las mentes sin esperanza en el intento de perderse en un mundo que se les antoja mejor dispuesto que el que habitan, Bennett recopila los datos que nos han llegado en torno al venerable Cáliz y, como si de una historia se tratara, nos lo relata para nuestra información y alegría.

Parece que el Grial estuvo en Roma y que, en tiempos de persecución, cuando San Lorenzo fue martirizado, éste dispuso, antes de su muerte, que la preciada reliquia fuese puesta a salvo. Así llegó a España. Aquí siguió un peligroso periplo, pasando por tres monasterios de los Pirineos (entre ellos San Juan de la Peña), y teniendo que ser escondido en diversas ocasiones para evitar su profanación (la última vez durante la Guerra Civil). Finalmente se encuentra en Valencia, donde es custodiado con respeto y veneración de los fieles.

Cuando uno reflexiona sobre el deseo de algunos por destruirlo y en el celo de otros por impedirlo, aun con grave riesgo, no deja de pensar en la verdad de lo que algunos llaman ‘leyenda’. Si, además, la arqueología indica que la forma de la copa y los materiales son los propios de la época de Cristo, aumenta la perplejidad, el asombro o la convicción, según el lugar dónde nos encontremos.

A la vista de esta historia, narrada minuciosamente por la autora, se comprende también que la leyenda artúrica, o el Pársifal, no son las fuentes originarias de la tradición sobre el Grial, sino los últimos eslabones que, para quien ande desorientado, llevan a pensar que todo es falso, cuando no son más que el eco remoto y algo apagado de lo que se tuvo por cierto.

Libro interesante, y recomendable para ahondar en una importante reliquia que tenemos en nuestro país y que no es justamente apreciada.

San Lorenzo y el Santo Grial. Janice Bennett. Ciudadela. 344 páginas

Publicado por David Amado

María Antonieta, Hilaire Belloc

La reina María Antonieta es una de las figuras que con mayor fuerza ha quedado fijada en el imaginario colectivo. Pero más allá de su imagen de frivolidad, que es parcialmente verdadera, Hilaire Belloc logra en esta biografía mostrarnos a la persona al completo, mucho más allá de las cuatro anécdotas que, siendo significativas, no revelan la complejidad de la odiada y reverenciada austríaca.

Belloc demuestra en todo momento un conocimiento exhaustivo de la época y de sus personajes que vuelca en un caudaloso torrente de detalles y que consigue que el lector se familiarice con los distintos avatares por los que pasó María Antonieta. Esa erudición la combina con una profunda comprensión psicológica de los diferentes actores, especialmente de la Reina, en lo que constituye el aspecto más meritorio de la obra (algún comentario acerca de las dinámicas políticas del momento es más discutible). También es prolijo en los detalles materiales, especialmente en los militares, demostrando su dominio sobre los acontecimientos de la época aunque, en ocasiones, se agradecería un relato algo más sucinto.

La obra, muy centrada en María Antonieta (es destacable el poco protagonismo concedido a su marido Luis), nos muestra una vida notable y marcada por una tragedia a la que la jovencita e inexperta reina se ve abocada y en la que, de modo inconsciente, ella misma se irá enredando. A este respecto es de notar la maestría con que Belloc recoge ese fatalismo (mano de la Providencia o hado fatal) que va marcando la vida de la Reina y a la que, cual tragedia griega, nada ni nadie puede apartar. También es digno de reflexión el hecho, tratado en varias ocasiones, de que los acontecimientos fueron cómo fueron por un pequeño detalle, un nimio error por una parte o un acierto inesperado por la otra; en definitiva, que el curso de la Revolución Francesa fue el que fue pero que fácilmente podría haber sido otro. Un pequeño gesto cambia la historia y ésta no se desarrolla como un plan ineludible.

Estamos pues ante una muy completa biografía que es a la vez un logrado fresco de una época decisiva y que aporta abundantes elementos para la reflexión.

María Antonieta. Hilaire Belloc. Ciudadela. 510 páginas.

Aventuras de dos niños en África. Henryk Sienkiewicz

Henryk Sienkiewicz ha quedado vinculado a su famosa obra Quo Vadis, lo que no está nada mal, pero lo cierto es que fue un escritor prolífico del que poco a poco se van traduciendo más títulos. Este Aventuras de dos niños en África, en un registro muy diferente, es una magnífica novela de aventuras que no desmerece (de hecho, recuerda mucho) a algunas de las obras de Julio Verne de temática parecida.

El libro narra las peripecias de dos niños, un joven adolescente polaco y una niña inglesa, secuestrados en Egipto y que pasarán por mil y una aventuras a lo largo de África hasta conseguir regresar con sus padres. Toda la obra se beneficia, por una parte, de la magistral capacidad de Sienkiewicz a la hora de contar historias, y por otra, del conocimiento de primera mano que el autor tiene del escenario en que se desarrollan las aventuras gracias al viaje que emprendió en 1890 por África. Este último rasgo aporta no sólo realismo, sino que nos ofrece un panorama muy interesante del África de la época de las revueltas mahdistas en el Sudán (pensemos que Jartum había caído en 1885, cinco años antes del viaje africano de Sienkiewicz). El libro contrapone la labor civilizadora del colonialismo europeo al islamismo mahdista (no muy diferente del islamismo actual) y al salvajismo de las tribus de ciertas partes del África negra, por entonces aún no exploradas. Por cierto, se muestra con claridad cómo las razzias para capturar negros y esclavizarlos no eran tarea de los europeos, sino de árabes e islamistas.

La narración, por otra parte, busca, a través de una historia emocionante, transmitir el valor de la lealtad, de la valentía, de la generosidad, del mantenerse firme en las propias convicciones, de la confianza en Dios, y lo hace eficazmente. Todo esto lo plasma Sienkiewicz en el héroe, el joven Estasio, que encarna todo aquello de lo que los polacos están orgullosos. Que es mucho y bueno.

Definitivamente muy recomendable para chicos a partir de los 12 años.

Aventuras de dos niños en África. Henryk Sienkiewicz. El buey mudo. 368 páginas.

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