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El último catalán. Javier Barraycoa.

Javier Barraycoa cambia de registro en su último libro, El último catalán. Quienes conocíamos sus ensayos y hemos disfrutado de sus libros de temática histórica acogimos con expectación su nueva incursión en la narrativa. Quienes, además, tenemos la suerte de conocerle y sabíamos de su intransferible sentido del humor, estábamos convencidos de que nos iba a entregar un libro también único. Tras su lectura puedo decir que no nos ha fallado.
Barraycoa construye una desternillante distopia futurista sobre el supuesto de que Cataluña logra separarse del resto de España y crear la República Islamodependiente de Cataluña. ¿Cómo definir el libro? Como toda obra, es única, pero imagínense una mezcla entre 1984 de Orwell, Fernando Vizcaíno Casas y Evelyn Waugh, con unas gotas finales de La conjura de los necios, y tendrán algo que se acerca a lo que El último catalán ofrece.
La novela es, en primer lugar, divertidísima, y también desquiciada y tronchante. Un humor sin cortapisas que es, no nos engañemos, el instrumento para señalar cuestiones de gran calado. Javier Barraycoa sale airoso del reto de esta su primera novela: su estructura, con numerosos flashbacks, no es sencilla pero se aguanta, los personajes están muy bien caracterizados, u el autor ha vertido todo su conocimiento histórico y sociológico en un texto que tiene más miga de la que aparenta. De hecho, a medida que avanza la narración, el tono de astracanada, que nunca desaparece, convive con matices trágicos que invitan a la reflexión.
En definitiva, estamos ante un libro que se lee del tirón, con una sonrisa en los labios (cuando no una carcajada), pero que nos deja abundante material para pensar sobre nuestro presente y el futuro al que algunos se empeñan en llevarnos. Creo que podemos decir que ha nacido un nuevo narrador, brillante, ácido pero para nada nihilista. Confiamos en que ésta no será su última entrega.

El último catalán. Javier Barraycoa. Stella Maris. 286 páginas.

Aborto Cero

¿Cuántas veces hemos oído como nos acusaban de no tener argumentos en la defensa de la vida (habitualmente por parte de quiénes se limitaban a repetir consignas que se caen por su propio peso)?  ¿Cuántas veces nos han acusado de que nuestra posición era el resultado de nuestro “fanatismo” religioso y nuestra voluntad de querer imponer nuestras creencias sobre los demás?

Las acusaciones, que no resisten el más mínimo análisis, no por ello han dejado de estar muy presentes en todos los debates sobre el aborto. Pues bien, quienes no encuentran argumentos serios para defender la vida del no nacido deberían replantearse su postura si conservan un mínimo de honestidad intelectual y se deciden a leer este Aborto Cero que acaba de publicar la editorial Stella Maris.

Estamos ante una obra colectiva que supone una auténtica batería de aportaciones y argumentos en defensa de la vida de todo ser humano y que pone de manifiesto las falacias en las que se sostienen los que defienden el supuesto “derecho” de las madres  a poder disponer de las vidas de sus hijos y decidir, en consecuencia, matarlos. El libro está estructurado en bloques: el primero, titulado “el debate de las ideas”, me ha parecido sumamente interesante. El capítulo de Francisco Contreras, “Derecho a vivir y la batalla de las ideas” enmarca brillantemente el trasfondo del asunto, con una mirada a la historia y a las ideas actuando en la misma (aquel famoso “las ideas tienen consecuencias” de Richard M. Weaver). Son numerosos los fragmentos que dejan resuelta una cuestión sin, creo yo, posibilidad de contraargumento. Por ejemplo, cuando comentando aquello de que la mujer tiene derecho a elegir, escribe Contreras que “la mujer ya ejerció su derecho a elegir: eligió tener relaciones sexuales”. Ahora ya es madre, eso es un hecho, de un hijo vivo o de uno muerto si aborta. En consecuencia, “no se trata de negar la libertad sexual: se trata de asumir las consecuencias de las decisiones libres”. El artículo de Nicolás Jouve de la Barreda, por su parte, es de un rigor científico al que ningún abortista puede aspirar. Cristina Castro, por su parte, comparte con nosotros un interesante listado de consignas abortistas, puestas en boca de la ideología, que la razón va rebatiendo.

El segundo bloque, Justicia y Derecho, está dedicado a aspectos jurídicos, y aborda también el aborto eugenésico, el tristemente famoso Caso Morín o la lucha en defensa de la vida en la ONU. Luego, en la “descarnada realidad” se nos muestra el mundo que conforma el aborto: su industria, su impacto en la salud mental de las mujeres que lo perpetran y qué podría hacerse desde las consultas de atención primaria. El cuarto bloque, “A la calle por la vida”, se centra en las recientes movilizaciones en defensa de la vida en España y recoge testimonios de personas involucradas en las mismas.

El capítulo final, obra de Mons. Munilla y titulado “El descarte del aborto”, es una pequeña joya que deberían leer atentamente todos los que quieran tener las ideas claras en relación a esta cuestión. No estaría mal, pensaba, que todos los jóvenes con un mínimo de inquietud lo leyeran; estoy convencido de que muchas dudas quedarían aclaradas.

Sólo me queda felicitar a la editorial y a los autores que han participado en esta obra por su trabajo y animar a la gente a que lo lea. Es un libro importante, que nos da todo tipo de argumentos para conseguir acabar con el aborto. Podrán siguiendo acusándonos de todo lo que decía al principio, pero la falsedad de tales acusaciones es ahora más evidente que nunca. La razón, las ideas, la ciencia, todas ellas indican que no se puede defender por más tiempo el aborto. Argumentos sobran.

 

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