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María Antonieta, Hilaire Belloc

La reina María Antonieta es una de las figuras que con mayor fuerza ha quedado fijada en el imaginario colectivo. Pero más allá de su imagen de frivolidad, que es parcialmente verdadera, Hilaire Belloc logra en esta biografía mostrarnos a la persona al completo, mucho más allá de las cuatro anécdotas que, siendo significativas, no revelan la complejidad de la odiada y reverenciada austríaca.

Belloc demuestra en todo momento un conocimiento exhaustivo de la época y de sus personajes que vuelca en un caudaloso torrente de detalles y que consigue que el lector se familiarice con los distintos avatares por los que pasó María Antonieta. Esa erudición la combina con una profunda comprensión psicológica de los diferentes actores, especialmente de la Reina, en lo que constituye el aspecto más meritorio de la obra (algún comentario acerca de las dinámicas políticas del momento es más discutible). También es prolijo en los detalles materiales, especialmente en los militares, demostrando su dominio sobre los acontecimientos de la época aunque, en ocasiones, se agradecería un relato algo más sucinto.

La obra, muy centrada en María Antonieta (es destacable el poco protagonismo concedido a su marido Luis), nos muestra una vida notable y marcada por una tragedia a la que la jovencita e inexperta reina se ve abocada y en la que, de modo inconsciente, ella misma se irá enredando. A este respecto es de notar la maestría con que Belloc recoge ese fatalismo (mano de la Providencia o hado fatal) que va marcando la vida de la Reina y a la que, cual tragedia griega, nada ni nadie puede apartar. También es digno de reflexión el hecho, tratado en varias ocasiones, de que los acontecimientos fueron cómo fueron por un pequeño detalle, un nimio error por una parte o un acierto inesperado por la otra; en definitiva, que el curso de la Revolución Francesa fue el que fue pero que fácilmente podría haber sido otro. Un pequeño gesto cambia la historia y ésta no se desarrolla como un plan ineludible.

Estamos pues ante una muy completa biografía que es a la vez un logrado fresco de una época decisiva y que aporta abundantes elementos para la reflexión.

María Antonieta. Hilaire Belloc. Ciudadela. 510 páginas.

Sobre las religiones. Alexis de Tocqueville

El título del libro, Sobre las Religiones, quizás no le llame la atención en demasía, pero su autor, Alexis de Tocqueville, sí debería hacerlo. Y es que nos encontramos con una recopilación de los escritos que el gran pensador francés dedicó a las religiones, dispersos en sus obras, principalmente en la indispensable Democracia en América, en informes y en su correspondencia. Los textos se agrupan en cuatro bloques, correspondientes al Islam, el Hinduismo, el Cristianismo y el Catolicismo, y se presentan debidamente contextualizados por el prestigioso profesor Jean-Louis Benoit, en traducción meritoria (pues es importante la precisión en el terreno del lenguaje religioso) al castellano de Fernando Caro.

Tocqueville, católico por familia, perderá la fe de sus padres en su juventud y vivirá el resto de su vida en un agnosticismo que rechaza el ateísmo y que está marcado por un cariño nostálgico hacia la religión en que fue educado. De hecho, su convencimiento de que la religión era un elemento decisivo para el mantenimiento del orden en las sociedades acerca su postura hacia algunas escuelas positivistas e incluso le conecta con Charles Maurras.

Pero si bien el saber cuáles son las creencias en materia religiosa de Tocqueville resulta interesante, el principal interés del libro radica en su análisis de las religiones desde fuera, aplicándoles esa mirada sociológica y analítica que tan buenos resultados le dio en La Democracia en América. En realidad Tocqueville escribe a partir de un extenso trabajo de documentación y consulta, como se puede comprobar a lo largo de las páginas de este libro, y cuando es posible, observando in situ los efectos sociales del predominio de una religión en un lugar determinado.

Quizás las partes más interesantes son las referidas al Islam y al hinduismo, por ser las más desconocidas hasta el momento. En lo que se refiere al Islam, su lectura atenta del Corán y su presencia en Argelia le hacen apartarse de la moda filomusulmana del momento que había afectado a muchos intelectuales franceses (las apuestas peregrinas de la intelectualidad no son un invento de hoy) y emitir un juicio muy negativo del Islam a partir de la constatación de que su rasgo definitorio es la “concentración y confusión de los dos poderes”, político y religioso. En cuanto al hinduismo, su rígido sistema de castas le parece un freno insuperable a la mejora social.

Las páginas dedicadas al cristianismo en general y al catolicismo en particular son más conocidas, al provenir en muchos casos de sus obras más difundidas. Tocqueville es también aquí un observador mesurado, aunque a medida que nos acercamos a su país, Francia, y a su época, sus juicios pierden ecuanimidad y aparecen las pasiones y los prejuicios, fenómeno lógico al pasar de espectador a protagonista. No obstante, no es necesario compartir todas y cada una de las afirmaciones de Tocqueville para reconocerle su interés, su mirada sugerente y sus observaciones que son todo menos anodinas.

Sobre las religiones. Alexis de Tocqueville. Ediciones Encuentro. 160 páginas

Iván de Aldénuri. El asedio de Muihl-Athern. J. Pérez Foncea

Reseñar la tercera y última entrega de la saga de Iván de Aldenuri es tarea grata y sencilla. Grata porque aquellos que leímos con gusto y disfrutamos de las aventuras por el aire del primer Iván, el del bosque de los Thaurroks, nos alegramos de ver cómo la saga ha ido creciendo y consolidándose. Nuestra enhorabuena pues a Juan Antonio Pérez-Foncea. Al mismo tiempo decimos que es tarea fácil: para quienes son ya lectores de Iván estamos ante la oportunidad de disfrutar de sus nuevas aventuras, y eso basta para que se dirijan a toda prisa a las librerías; para quienes aún no le conocen, aquí van algunos comentarios destinados a introducirles en el mundo mítico de Aldenuri.

Iván es un joven que vive con su familia en un mundo que nos recuerda el ambiente nórdico de El Señor de los Anillos y que un día descubre su capacidad para elevarse y desplazarse por los aires. A partir de este descubrimiento, se embarcará en diversas aventuras para sobrevivir a los múltiples peligros que acechan a él y a su pueblo.

En esta tercera entrega nos desplazaremos de la mano de Iván a un nuevo escenario, la alta meseta del Terraîn, un lugar donde encontraremos nuevos pueblos y personajes y por el que recorrerá altas montañas nevadas donde habitan guerreros caníbales con pocas ganas de hacer amigos. La acción, trepidante como ya nos tiene acostumbrado el autor, y que entronca con los grandes clásicos del género de aventuras, se desarrollará en dos planos entrelazados: por un lado la gran batalla en la que está en juego la derrota definitiva de los morghuks, por otro lado, en un plano personal, la vida de la joven Léirenn, gravemente amenazada y que sólo Iván puede salvar. Será precisamente esta cuestión la que desgarrará a Iván, dividido en lo que parece ser una elección entre salvar la vida de la muchacha o salvar a su propio pueblo. Como en otras ocasiones, las decisiones morales son claves para el desarrollo de la obra y las enseñanzas que de ellas se derivan son claras y bien orientadas, lo que hace que la obra sea especialmente recomendable para el lector joven. Eso sí, el libro está escrito sin voluntad moralizadora y se sostiene por sí mismo, por su propio interés (y, precisamente porque es interesante y te agarra es por lo que tiene dimensión moral). No estamos ante una narración al servicio de una enseñanza predeterminada, sino que la vida misma de Iván, entre terribles thaurroks, una especie de T-Rex con cabeza de toro, y no menos terribles yammouths, semejantes a mamuts, introducen de modo natural en la narración el dilema ético. No otra cosa han hecho siempre los grandes relatos clásicos.

Y antes de acabar, una advertencia para los recién llegados al mundo de Iván de Aldenuri: los libros se pueden leer independientemente, por lo que se puede empezar por donde uno quiera. Yo recomendaría seguir el orden de publicación, pues ayuda a entender lo que está en juego y quiénes son los protagonistas, pero no es estrictamente necesario y esta última entrega se aguanta bien por sí sola. Estamos ante una saga para jóvenes lectores bien escrita y bien orientada que se ha consolidado como un importante fenómeno editorial; a nosotros sólo nos queda congratularnos de ello y animarles a que lo regalen a sus hijos y sobrinos y, por qué no, leerlo también de adulto (¿quién ha dicho que los adultos no pueden disfrutar de la buena literatura juvenil?).

Iván de Aldénuri. El asedio de Muihl-Athern. J. Pérez Foncea. Libros Libres. 330 páginas

La Guerra del Turco. Fernando Martínez Laínez

La Guerra del Turco, de Fernando Martínez Laínez, publicada por Edaf, es un nuevo libro de historia que comparte características con otros publicados por la misma editorial dentro de su colección Crónicas de la Historia. Como el resto de libros publicados bajo esa etiqueta, aúna rigor histórico con una narración viva que favorece la lectura. Asimismo el soporte gráfico es abundante y de gran calidad, incluyendo mapas, detalles de los uniformes, explicaciones militares, así como una amplia y muy útil sección de perfiles biográficos.

Estamos pues, en definitiva, ante un irreprochable libro de historia militar, que cumple a perfección su objetivo, aunque quizás algunos echamos de menos un mayor desarrollo de los aspectos no meramente militares, aquellos de naturaleza social, cultural o religiosa. Pero en ningún caso se puede echar en cara nada a este libro, ampliamente documentado y que nos da una espléndida visión de lo que fue una guerra, la guerra de España, aliada con otras naciones cristianas, con la excepción de Francia (siempre pronta para pactar y conspirar con el Turco) contra el Imperio Otomano, lo que se llamó la Guerra del Turco y que constituyó, como bien indica el autor de su título, el choque de los dos gigantes que se disputaron el Mediterráneo, en sus dos orillas, y la hegemonía, al menos en Europa del Sur.

Acierta Martínez Laínez cuando, más allá de la campaña o dura batalla concreta, aborda la Guerra del Turco como un conflicto secular, que tuvo sus altos y sus bajos, marcado en gran medida por la piratería berberisca y por los esfuerzos para erradicarla, así como por la presencia española y de las órdenes militares en el Mediterráneo oriental. En este contexto, Lepanto fue, sin lugar a dudas, el punto de inflexión en este enfrentamiento, algo que en contra de algunos historiadores que han pretendido minimizarlo, el autor demuestra fehacientemente. Claro que la Guerra del Turco no acabó con Lepanto, sino que se extiende en el tiempo, aunque eso sí, ya sin la violencia pasada y sin que el Imperio Otomano, que empezaría una larga decadencia, supusiera un peligro real.

En definitiva, estamos ante un muy buen libro de historia militar, que refleja con precisión lo que significó uno de los conflictos más largos y que marcaron más la política de España, y que bien haríamos en conocer, al menos con la profundidad que ofrece esta obra, ahora que la historia del Mediterráneo y el auge de Turquía trazan interesantes paralelismos con aquella época.

La Guerra del Turco, de Fernando Martínez Laínez. Edaf. 260 páginas.

Obras completas de Francisco Canals Vidal

A poco que uno lleve unos cuantos años en la brecha, es casi seguro que habrá experimentado en alguna ocasión esa sensación de impotencia y fastidio ante una argumentación débil, sin fundamento o abiertamente absurda, con la que ineludiblemente nos habremos topado en más de una ocasión. Y cuántas veces nos hemos quejado de que nuestro país es un erial intelectual, sin mentes a la altura de las circunstancias, capaces de aportarnos luz y juicio en tiempos ciertamente confusos.

Pues bien,  hay excepciones a este clima raquítico, y la que queremos destacar es de primera magnitud: se acaba de iniciar, gracias a los esfuerzos de un grupo de entusiastas y de la Fundacion Ramón Orlandis Despuig, la edición de las obras completas de Francisco Canals Vidal. Noticia importante, de gran calado, de esas que deberían ocupar portadas y que, desde luego, pueden tener mucho más impacto real que las mil y una menudencias con las que nos distraen noche y día.

Y es que la figura de Canals es ciertamente singular. No es común que uno tenga tres doctorados (en Filosofía, en Derecho y en Teología), como tampoco lo es que esa misma persona haya supeditado siempre su carrera académica a aquello que realmente daba sentido a todos sus esfuerzos: su anhelo evangelizador, su celo por acercar a las almas a Dios. Titular de la cátedra de Metafísica (Ontología y Teodicea) de la Universidad de Barcelona, que ocupó desde 1967 hasta su jubilación en 1988 y figura señera de la Escuela Tomista de Barcelona, Francisco Canals consagró su vida, siguiendo a su maestro, el padre Ramon Orlandis, al apostolado a través de «Schola Cordis Iesu», de la revista Cristiandad, de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino y de muchas otras iniciativas, todas con un denominador común: servir a la Iglesia, mostrando al hombre moderno la solución a las múltiples aporías en que se halla atrapado y que se sintetiza en el abandono al amor misericordioso del Corazón de Jesus.

Así, no es de extrañar que una persona como el profesor Canals, estudioso incansable y dotado de una prodigiosa memoria, abordase múltiples campos del saber, siempre desde un rigor y profundidad que no se andan por las ramas sino que van directamente a lo esencial. Esto se puede verificar en los índices de los doce tomos que compondrán sus obras completas (de las que acaba de aparecer el primero), cuya temática engloba temas tan nucleares como el Sagrado Corazón, Santa Teresita, San Ignacio, la teología de la Historia, San José (a quien dedicó una tesis doctoral), el Tomismo (que liberó de comentarios a los comentarios para devolvernos a la fuerza del texto original), la Metafísica, la teoría del conocimiento, el Protestantismo o la situación política de España y Cataluña. Y lo más importante: no estamos ante una acumulación de datos sin criterio, sino ante una autentica síntesis, que podemos considerar el rasgo intelectual mas característico de Canals, que a partir de múltiples datos es capaz de ordenarlos y darles sentido, capacitándonos para juzgar sobre las cosas desde sólidos fundamentos.

La publicación de estas obras completas no acaparará portadas, pero es una de las grandes noticias culturales, filosóficas y teológicas de los últimos años. Aquellos que hayan experimentado la sensación que describíamos al principio de estas líneas y que quieran encontrar o redescubrir una fuente de criterio seguro y luminoso harán bien en hacerse con este tesoro editorial. No encontrarán lecturas facilonas y superficiales, pero tendrán en sus manos una iniciativa de ésas que marcan época y que a buen seguro tendrá importantes repercusiones futuras.

 

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