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1984. George Orwell.

1984 es la distopía más célebre y la obra más relevante de George Orwell, por lo que casi todo el mundo, aún sin haberla leído, conoce vagamente su argumento y utiliza referencias a ella cada vez que tiene que advertir de los peligros de un Estado que se inmiscuye crecientemente en la vida de sus ciudadanos (¿o deberíamos mejor decir súbditos? ¿O incluso mejor, esclavos?). Lo cierto es que, por ejemplo, la referencia al Gran Hermano ha pasado ya al imaginario colectivo, como algún deplorable programa televisivo ha confirmado.

Pero lo cierto es que cualquier adulto debería leer esta obra tremenda y desoladora (y digo adulto con pleno convencimiento). En ella Orwell vertió su experiencia sobre los mecanismos bajo los que operaba el totalitarismo marxista: las imágenes de Trotsky y Stalin son fácilmente reconocibles, así como la invariable costumbre de las recurrentes purgas y los juicios autoacusatorios o los niños delatores. Sin embargo Orwell fue más allá, llevando los postulados totalitarios hasta sus últimas consecuencias, creando de este modo una sorprendente mezcla de experiencia real con profetismo futuro.

El mundo que nos presenta Orwell es un mundo gris, inhumano, despiadado. Toda la obra se mueve en ese ambiente, opresivo, que se presenta como muy real y que, por ello mismo, hace de este libro todo lo contrario de una obra agradable.

Un sólo resquicio parece capaz de romper el frío mundo totalitario, la naturaleza en su estado más primigenio, el deseo sexual más animal, lo que da pie a alguna cruda escena al respecto. Pero ni así, incluso esta pulsión, tan primaria, acabará siendo sometida por un régimen totalitario perfecto (o que al menos lo parece).

Orwell fue especialmente brillante en su análisis y exposición del uso político, degradante y de vital importancia, del lenguaje, del control totalitario de todos los aspectos de la vida, de las consecuencias últimas de un relativismo absoluto para el que no existe ninguna verdad fija y donde el pasado es reescrito constantemente y, de este modo, desaparece (sí, las leyes de memoria histórica también son anunciadas en esta visionaria obra).

El resultado final, lo decíamos, es un relato sutil y profético, indispensable para comprender el siglo pasado y, cada vez más, también el actual, que es al mismo tiempo perturbador y desolador. Este último rasgo nace de la desesperanza radical que late en todo el libro de Orwell. Si conservaba aún alguna esperanza (en los primitivos proletarios, por ejemplo, como lo hace el propio protagonista, Winston Smith), el desarrollo del libro acaba por desembocar en el desengaño más absoluto. Atroz, ciertamente, pero lúcido y confirmado por la experiencia, que cada vez más enseña cuán vana es toda esperanza meramente humana.

1984. George Orwell. Destino

El héroe del Caribe. Juan Antonio Pérez Foncea

Conocíamos a Juan Antonio Pérez Foncea en su faceta de escritor de novelas fantásticas, la muy recomendable trilogía de Iván de Aldenuri . Pero en esta ocasión, con El héroe del Caribe, desembarca, nunca mejor dicho, en el género de la novela histórica, y lo hace con brillantez.

Para esta incursión ha elegido uno de los hechos mas reseñables de la historia de España, la heroica y milagrosa defensa de Cartagena de Indias que el gran marino Blas de Lezo, el mediohombre (había perdido un brazo, una pierna y un ojo) comandó con maestría. El sitio de Cartagena y su resolución fueron determinantes para la historia, pues su caída hubiera supuesto, con enorme probabilidad, la pérdida de la América española a manos de los ingleses. Se trata, pues, de uno de esos lances de la historia que, de haber sucedido en otro país, hubiera dado lugar a numerosa literatura y varias adaptaciones cinematográficas. Pero estamos en España, y aquí lo que prima es el olvido de todo lo bueno que hemos hecho. Obras como ésta, que por cierto, uno imagina perfectamente trasladada a la pantalla grande, ayudan a recuperar nuestra memoria, sin caer en falsos angelismos, pero haciéndonos conscientes de las grandes empresas que nuestros compatriotas abordaron en el pasado.

El libro, aunque se trata de una novela, es muy riguroso en su desarrollo y fiel en lo esencial a los hechos. La amplia documentación y la presencia del autor en el escenario de los hechos lo hacen posible. En este sentido, es de agradecer la aclaración final acerca de qué hay de ficción y que no en la obra, así como la transcripción del diario que el propio Blas de Lezo fue redactando a lo largo de la guerra.

En cuanto a la parte de ficción, el autor sale airoso y consigue mantener el interés por los avatares amorosos que algunos personajes viven en paralelo al conflicto armado.

Destaca el vivo retrato del general Blas de Lezo, mostrando cómo hubo un tiempo en que se podía vivir movido por un exigente sentido del honor y del amor a la patria, compatible con un tierno amor hacia su familia y una leal amistad. Si tan importante es para los jóvenes tener modelos de comportamiento en que fijarse, aquí tienen uno, y además narrado magníficamente.

Este libro ayudara a muchos a descubrir un pasado honroso y unos hombres excepcionales, sin por ello caer en visiones románticas y distorsionadas. A este respecto, los sucesos que envolvieron la vida de Blas de Lezo tras su heroica victoria, y que también se recogen escrupulosamente, explican más que muchos libros el porqué del colapso, unas cuantas décadas después, del Imperio español y del propio Reino de España.

El héroe del Caribe. Juan Antonio Pérez Foncea. Libros Libres. 310 páginas.

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